Como se esperaba,
Florentino Pérez, presidente de la junta directiva del Real Madrid, anunció
oficialmente la salida de Carlo Ancelotti de la dirección técnica del conjunto
merengue. Sus palabras fueron simples pero fulminantes: "la junta
directiva ha decidido relevar a Carlo Ancelotti" y, posteriormente,
"ha sido una decisión muy difícil pero no hemos venido al Madrid a tomar
decisiones fáciles sino las que consideramos mejores para la institución, que
es referente en el mundo".
No cabe duda de que
Ancelotti se ganó por derecho propio el cariño de la gente, de la plantilla y,
se dice, incluso de la mayoría en la junta directiva. Carletto, como
cariñosamente se le conoce, se ha distinguido a lo largo de su carrera por su
caballerosidad y sabiduría. Su gran manejo de vestidor le permitió sanar las
heridas que existían en el interior del Real Madrid después de la tormentosa
relación con José Mourinho y conquistar, de esa forma, 4 títulos en dos años.
Si bien en este curso se fueron en blanco, su contabilidad arroja mejores
números que los que presume su predecesor que incluso estuvo un año más que él
en el timón merengue.
Florentino Pérez,
fiel a su estilo, decidió cortar por lo sano y ahora suenan principalmente los
nombres de Rafa Benítez y Unai Emery como candidatos a la sucesión. Sobra decir
que son de estilos radicalmente distintos a Ancelotti, por lo que el proyecto
quedará trunco de nueva cuenta y se tendrá que comenzar de cero.
No cabe duda de que
el Real Madrid es un equipo grande, con enorme peso mediático y, por lo mismo,
se debe de trabajar bajo una enorme presión. Sin embargo, ¿eso justifica al
presidente para destripar directores técnicos de la forma en la que acostumbra?
Haciendo un repaso,
podemos nombrar a Vicente del Bosque. El afamado director técnico había guiado
al Real Madrid a su 8a Champions cuando Florentino llegó al poder del cuadro
albo y no le importó que, bajo su mandato, también conquistara la 9a, dos ligas,
una copa intercontinental, una supercopa de Europa y una supercopa de España
pues, después de tres años, lo corrió. Llamó entonces a Carlos Queiroz con la
finalidad, según dijo en aquel entonces, de dejar de un lado viejos esquemas ya
obsoletos y tomar el camino de la modernidad. Queiroz duró un año en el timón y
fue relevado por Camacho después de que se le escaparon tanto la Champions,
como la Copa de España y la liga. José Antonio Camacho tampoco duró mucho, tres
fechas, y dejó su lugar a Mariano García Remón pero este apenas logra
sobrevivir durante cuatro meses ya que el equipo fue muy irregular durante su
gestión.
Tras la precipitada
salida de García Remón, Florentino Pérez apostó por Wanderlei Luxemburgo pero
el destacado técnico brasileño no pudo evitar que el Barcelona, que en esa
época era brillantemente bien dirigido por Frank Rijkaard, se le escapara en la
liga y fue destituido por Pérez quien, en esa ocasión, optó por un técnico de
casa como suplente y echó mano de Juan Ramón López Caro quien entrenaba a la
filial pero lamentablemente para el madridismo y para el propio Florentino
Pérez, no supo manejar el vestuario y terminó siendo otro fracaso. Durante la
gestión de López Caro dimitió Pérez a la presidencia del Real Madrid, poniendo
fin de esa forma a su primera etapa al frente del conjunto albo.
En 2009, Florentino
Pérez regresó al máximo puesto del madridismo y, con nuevos aires, llamó a
"un impulso" y anunció como nuevo técnico a Manuel Pellegrini, que
venía de hacer un gran papel con un equipo chico, el Villarreal. El estratega
chileno hizo una enorme cantidad de puntos pero terminó cediendo ante el
Barcelona que en ese entonces era dirigido por Pep Guardiola y, para colmo de
males, el Real Madrid perdió en aquel tristemente célebre alcorconazo y fue
eliminado de la copa por un equipo que en aquel entonces transitaba por la 2a B
y el director técnico fue destituido.
Florentino Pérez dio
entonces un gran discurso y le cedió los bártulos a José Mourinho que muy
pronto se deshizo del director deportivo, Jorge Valdano, y tomó el control del
Real Madrid por tres largos años en los que tuvo relaciones tormentosas tanto
con los jugadores, como con público, directivos, prensa y con cualquiera que se
cruzara por su camino.
Después de la
tormenta de Mourinho llegó la calma y caballerosidad de Ancelotti. Mayor
contraste no podía haber. Sin embargo y pese a que el italiano se había ganado
el cariño de todos y que ostenta más títulos en dos años que los obtenidos por
su predecesor en tres, también ha sido destituido en lo que se considera una
apuesta arriesgada de Florentino Pérez que ahora tendrá que buscar un sucesor y
se ha dado una semana para encontrarlo.
De nueva cuenta, el
Real Madrid busca un impulso. Un nuevo técnico que se haga cargo de un equipo
grande, con un vestuario complicado y con una trascendencia mediática difícil
de encontrar en cualquier otra parte.
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