Uno de los
principales problemas en el mundo del futbol ha sido la eternización de
directivos que simplemente se aferran al poder para jamás soltarlo. Para
muchos, el fin, el poder por el poder mismo, justifica cualquier medio empleado
para mantenerlo y, por ende, la corrupción se ha incrustado hasta el tuétano de
las principales organizaciones y hoy tiene postrada a la FIFA ante el enorme
escándalo surgido por el ya mundialmente conocido FIFA GATE.
Ángel María Villar
es un buen ejemplo de esto. Ha dirigido el futbol español por décadas, lleva 7
reelecciones y muchos ya lo consideraban virtual ganador de la 8a hasta que el
Consejo Superior de Deportes de España lo requirió por una presunta malversación
de fondos y administración desleal derivados de unos supuestos tratos
especiales con el Recreativo Huelva y Marino de Tenerife para que ambos clubes
pudieran competir pese a su deuda, una costumbre que también se sigue en muchos
otros países aunque de manera muy distinta.
En todo el mundo han
proliferado dirigentes muy longevos que han sabido aprovechar los recursos de
sus propias federaciones para hacer negocios muy lucrativos y, por supuesto,
para eternizarse en el poder. El manejo discrecional de dichos recursos les ha servido para
granjearse favores y votos que les permiten hacerse cada vez de más poder.
En México es usual
que un club se declare libre de deudas para participar en un torneo aunque
deban varios meses de salario a jugadores y cuerpo técnico y la Federación
simplemente acepta su palabra aunque el escándalo esté diendo ventilado en los
medios y a gritos por los cuatro vientos. Tal es el caso actualmente de
Jaguares de Chiapas pero también le ha sucedido a Puebla, Veracruz y muchos
otros equipos sin que los jugadores puedan contar con el apoyo de la Federación
para obligar al club a pagar. La Federación Mexicana de Futbol ha sido
controlada por un grupo de directivos que han sabido manejar, de forma por
demás aterciopelada, al balompié nacional comprando a los más pobres y
manteniendo el estatus quo por encima de todo y de todos.
Tan fuerte ha sido
el escándalo de corrupción en la CONCACAF, que ha quedado acéfala ya en dos
ocasiones y ahora se apresuraron a elegir una "directiva de
emergencia" que se encargará de guiar al máximo organismo regional hasta
que se lleve a cabo el congreso electivo en febrero.
Uno de los puntos
clave para frenar la corrupción tanto en FIFA como en las federaciones
regionales será sin duda la limitación de los mandatos. La propuesta inicial
fue de 3 mandatos de 4 años como máximo. Es decir, el ganador de una elección
sólo podrá reelegirse 2 veces y después tendrá que dejar el cargo. CONCACAF ya
incluye esa propuesta dentro de sus nuevos estatutos, el Comité Ejecutivo de
FIFA también valoró ese mismo tiempo máximo y muy probablemente CONMEBOL lo
aplique de la misma forma.
Es obvio que por sí
solo, esto no será suficiente. La existencia de un órgano realmente autónomo
con capacidad para auditar todas las cuentas y contratos también será necesaria
y muy importante. Ambas propuestas podrán complementarse para evitar la malversación
de fondos y la eternización de los dirigentes hambrientos de fama y poder.
Es indudable que la
limitación del mandato y la auditoría de cada administración son reformas
necesarias y apuntan en la dirección correcta. Sin embargo, quedarán pendientes
aún muchos asuntos por resolver. Se requieren reformas de fondo que, con
sensatez, apunten en el camino correcto y sirvan de guía en busca de
instituciones incluyentes que velen por la justicia y limpieza en las
competiciones que se llevan a cabo en todo el mundo.
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