Miguel Herrera
siempre se caracterizó por su temperamento en el terreno de juego y esa misma
virtud le ha ayudado como entrenador para levantarle el ánimo a sus pupilos y
obtener lo mejor de ellos. Sin embargo, ese mismo temperamento le ha
traicionado en más de una ocasión e incluso le costó ir a un mundial, algo que
aún no perdona y que con el tiempo ha salido a flote de nueva cuenta, mostrando
lo peor del ahora técnico tricolor y haciendo que pierda piso.
Ese temperamento que
le ayuda en los momentos difíciles también puede hundirlo en cualquier
entrevista y hace que el Piojo responda y encare a cada oportunidad generando
un clima de polémica y confrontación que en nada le ayuda para desempeñar el
cargo que actualmente ostenta.
Cuando ya había sido
nombrado director técnico nacional y cumplía sus últimos días como estratega
del América fue incapaz de calmarse y ante la insistencia de los periodistas se
enganchó en una absurda polémica sobre los errores arbitrales de la final que
acababan de perder sus Águilas sin ponerse a pensar en que una declaración
diplomática era lo más acertado dada la enorme diferencia entre los dos
finalistas y la contundencia del marcador global. Su imagen quedó dañada por
más que unas semanas más tarde entró en razón y aceptó su error.
De igual forma ha
sido muy duro en cuantas oportunidades ha tenido a la hora de criticar a Miguel
Mejía Barón quien lo dejó fuera de un mundial precisamente por un exceso en un
momento crítico en un partido. Miguel Herrera aún no ha entendido que hacerse
expulsar por una jugada intrascendente en los minutos iniciales ante Honduras
pudo haber sido un grave problema para la Selección y no oculta su odio en
contra del que en esa ocasión era el técnico nacional y cada vez que tiene la
oportunidad vierte todo su veneno sin ponerse a pensar que es su propia imagen
la que sale más perjudicada.
En una entrevista
con el portal de la FIFA fue lanzando fuego contra quien le pusieron enfrente y
eso que dicho portal nunca se ha caracterizado por la generación de polémica
sino más bien por su neutralidad para cualquier asunto. El Piojo perdió la compostura
y arremetió contra todo mundo sin detenerse a pensar que esa actitud es
inadmisible para un técnico nacional.
Si bien Ricardo
Peláez logró frenar el temperamento del Piojo cuando entró al América y eso le
ayudó mucho para conducir al equipo hacia un título, ahora parece no poder
frenar las ansias belicistas del estratega que poco a poco va perdiendo el piso
y se va aislando en su propio puesto, generando cada vez más enemigos y
poniendo en entredicho la decisión que lo llevó a ejercer dicho cargo.
Habiendo ya tirado
cualquier cantidad de piedras se da cuenta que fue un error y acepta su
"debilidad para caer en polémicas" por decirlo de algún modo. Sus
impulsos lo empujan a responder frontalmente sin analizar bien las cosas y su
propias declaraciones lo colocan en posiciones incómodas. Se siente realizado
como técnico nacional pero en lugar de pensar antes y obrar como un estratega
sigue respondiendo al vuelo y se muestra como un peleonero cualquiera, lo cual
lo podría llevar al cadalso.
Este es un buen
momento para gestión de alguien cercano, que podría ser Ricardo Peláez, que le
ayude a centrarse y evite que el actual técnico nacional siga perdiendo piso.
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