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viernes, 1 de julio de 2011

Pasiones desbordadas

En la vida hay que saber ganar y perder. No podemos evitar los problemas que nos llegan pero sí podemos controlar la actitud con la que los enfrentamos. No hay duda de que llegar a una final significa mucho en la vida de un deportista pero hay que estar preparado tanto para ganar como para perder.

Hace unos días pudimos ver en la transmisión mundial al magnífico arquero norteamericano maldecir mientras se daba la premiación de México en la Copa Oro. La justificación del cancerbero fue que la premiación se estaba haciendo en español y no en inglés o, como debió haber sido, en ambos idiomas. No cabe duda de que la frustración de no poder obtener el objetivo es fuerte y duele, pero nada justifica una actitud de este tipo. Afortunadamente, esto sólo fue captado por las cámaras y ni los jugadores mexicanos ni la afición que abarrotó el estadio lo notó, porque pudo haber sido la mecha que encendiera los ánimos.

Sin embargo, en Sudamérica no sucedió de la misma forma. Hace una semana, en Brasil, se jugó la gran final de la Copa Libertadores de América entre el Santos de Brasil y el Peñarol de Montevideo y se produjo un pésimo espectáculo al final del partido. Los unos fueron malos ganadores y los otros pésimos perdedores. Una verdadera lástima.

EL PAÍS tituló: "a tortazo limpio", MARCA tituló el video de la gresca "Lamentable tangana entre Santos y Peñarol" y los titulares de Sudamérica no se quedaron atrás, tanto los periódicos brasileños como los uruguayos e incluso argentinos y chilenos, no pudieron evitar el comentario sobre el lamentable espectáculo ofrecido al final.

Pasiones desbordadas que desdibujan lo maravilloso que es el futbol. Mientras los jugadores del Santos festejaban el triunfo obtenido en la cancha un grupo de aficionados saltó al campo y en lugar de ir a festejar con su equipo, prefirió repartir leña al contrario.

Santos no había obtenido el título de campeón de la Libertadores sin Pelé y es ahora, con un nuevo ídolo como Neymar que logran la conquista. ¿Por qué no festejarlo? ¿Por qué preferir golpear al equipo contrario que celebrar con su equipo? Los jugadores del Peñarol respondieron de la peor forma y la gresca se inició. Una vez comenzada la trifulca, fueron también por los jugadores del Santos y todo se convirtió en una batalla campal.

Para colmo de males, la policía no tenía suficientes efectivos en el campo y tardó en reaccionar, así que los jugadores de ambos equipos y los "aficionados" que bajaron al campo tuvieron el tiempo suficiente para hacer de las suyas.  Aún y cuando la policía por fin controló la situación, ya los jugadores estaban calientes y el Santos se puso a festejar en la cara de sus rivales mofándose incluso mientras los jugadores del Peñarol les regalaban insultos.

Después de varios tensos minutos, comenzó a cundir la sensatez y fueron separando a los jugadores de ambos equipos para que, por fin, todo tomara el cauce debido y cada equipo festejara con su afición sin molestar al contrario, aunque, como bien dice el artículo "a tortazo limpio" de EL PAÍS, "el daño ya estaba hecho" y la pasión que se había desbordado, regresó pronto a sus cauces.

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