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domingo, 26 de junio de 2011

La garra y el deseo

El partido entre México y Estados Unidos comenzó como todos esperaban, con México altamente revolucionado y buscando horadar la portería norteamericana mientras el equipo de las barras y las estrellas esperaba agazapado el primer error.

Tal y como lo habían planeado los norteamericanos, el primer error mexicano se dio temprano en el partido y supieron aprovecharlo. Un descuido en la marca permitió a Bradley anotar de cabeza y sin marca el primer gol a pase de Freddy Adu. Esto desubicó a los mexicanos que perdieron gran parte de su empuje e incluso dejaron ver algunos gestos de desesperación. Al minuto 23, Landon Donovan aprovechó la ocasión y recibió un pase solo y a la espalda de Márquez y Moreno que convirtió en gol tras hacer a un lado a Talavera. Donovan aprovechó un error de marcación de Márquez y supo definir con toda la sangre fría que lo caracteriza.

El panorama parecía sombrío. La vieja canción resonaba en la mente de los mexicanos. El tricolor había tenido la posesión del balón pero no había sido capaz de crear peligro real en la meta estadounidense mientras ellos habían anotado dos goles con suma facilidad haciendo ver mal a la defensa mexicana. Sin embargo, al minuto 28 México reaccionó con una anotación de Pablo Barrera que le devolvió el aliento. Un remate de primera intensión que se coló por debajo y muy pegada al poste de Howard que nada pudo hacer.

El gol llegó como oxígeno puro para México. Lamentablemente también se dio la salida de Carlos Salcido quien se ha convertido en un referente para la defensa mexicana y aporta mucho a la hora de atacar. Fue sustituido por Torres Nilo quien no se achicó, sacó la casta y se rifó a la hora de defender su zona, dejando en claro que la posición está cubierta.

El estilo norteamericano está perfectamente diseñado para los contragolpes, así que el partido estaba puesto y era obvio que la defensa mexicana tendría que emplearse a fondo y que serían ellos más que los mediocampistas, los que tendrían que contener los ataques norteamericanos que normalmente brincan líneas.

Ya antes había sucedido, después de un 2-0 en contra, México se venía abajo y daba por perdido el compromiso. Sin embargo no fue así en esta ocasión y luego de que Barrera acercara al conjunto tricolor, fue Andrés Guardado quien se rifó el físico y peleó por el balón en el área contraria para empujar el balón al fondo de las redes y emparejar los cartones.

Esa garra, ese empuje, esos deseos de levantarse de la lona hicieron recordar al heroico Luis Hernández cuando se lanzó con todo en busca del empate ante Holanda en un mundial bajo las órdenes de Manuel Lapuente. La garra y el deseo mexicanos fueron más que la motivación y el control norteamericanos.

Al final del primer tiempo sale lesionado el capitán Rafael Márquez y Héctor Reynoso toma su lugar. Héctor es un jugador fuerte, no muy técnico pero que acostumbra ponerlo todo en cada jugada. Es un tipo con garra, con carácter que le sentó de manera perfecta a la zaga mexicana, dándole el toque de fiereza necesaria para imponerse a un rival duro, tozudo que por nada del mundo quería dejar escapar la oportunidad de coronarse en su propia casa.

A los pocos minutos de haberse reanudado el partido, Pablo Barrera anotó un golazo. Un gol de esos a los que nos había acostumbrado con los Pumas y que hacía rato no le veíamos. Pablo había sufrido durante todo el torneo y no andaba fino en sus pases. Se le veía con muchas ganas pero denotaba la falta de ritmo propia de un jugador que tiene poca participación con su equipo. No podía escoger mejor momento para reencontrarse con su futbol, con ese toque preciso hacia la red. El 3-2 estaba puesto y ahora se escribía una nueva canción, una canción con garra y deseos de un México triunfador que sabe levantarse de la lona.

Como era de esperarse, Estados Unidos vendió cara su derrota, peleó en todo rincón y buscó hacer daño por todos los medios. Cuando era necesario, imponía el físico, hacía tiros de media distancia e incluso estrelló uno en el travesaño. La defensa mexicana tuvo que emplearse a fondo y no era raro ver a Torrado o Castro apoyando abajo, mordiendo al adversario para que no rematara con calma.

Era un duelo parejo en el que ambos defendían bien pero buscaban atacar mejor. Con veloces contragolpes de uno y otro lado. Con feroces contraataques que no daban tiempo ni para revisar bien la repetición de alguna jugada interesante. El duelo que todos esperaban con dos gigantes disputando la supremacía del área, con dos equipos buscando el triunfo con sus mejores armas.

Fue hasta el minuto 76 que Gio robó un balón junto a Howard y lo escondió de dos defensas que le cayeron de inmediato. Fue una jugada en la que Gio supo proteger el balón y esconderlo con esa clase y técnica que hizo voltear las miradas de muchos desde aquel mundial en el que México fue campeón sub17. Fue una jugada que durante años muchos mexicanos estuvieron deseando y fue coronada con un disparo bombeado al ángulo, justo en el único rincón en el que podía haber entrado a la portería contraria. Un gol en el que se conjugaba todo, ganas de pelear el balón y protegerlo, técnica para esconderlo del contrario y maestría para ponerlo en el único lugar donde podía haber entrado a gol. Un gol para ser recordado durante mucho tiempo.

México escogió el mejor momento para dar su mejor partido. México jugó, con garra, con deseos y sobre todo jugó un gran partido de futbol.

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