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jueves, 16 de junio de 2011

Nada para nadie

El majestuoso Estadio Centenario de Montevideo, casa del Peñarol de Uruguay vestía sus mejores galas y se mostró pletórico con la afición de fiesta, pero no pudo festejar ni un solo gol en el partido entre el Peñarol y el Santos correspondiente a la ida de la final de la Copa Libertadores. El recibimiento del público fue impactante, digno de una gran final del certamen más prestigioso para los clubes de América, pero ni eso encendió a los contendientes.

Santos tomó sus precauciones, como era de esperarse, y se plantó bien atrás esperando que Peñarol se lanzara al ataque pero no fue así, los locales también tomaron sus precauciones defensivas y cedieron la iniciativa tratando de lanzar contragolpes.

La presión era enorme. Como pocas veces, incluso los europeos voltearon a ver el partido y más particularmente, el desempeño de Neymar, la gran figura del Santos que ha acaparado elogios últimamente, quien se ha ganado el puesto titular en la selección de Mano Menezes .

El partido fue tenso, poco lúcido, con un Peñarol bien parapetado atrás, con un muro defensivo muy complicado y que entorpeció todo intento del Santos por romper el cerrojo y provocó que Neymar, en busca de desequilibrar, exagerara en el regate y lograra muy poco al frente, salvo algunos destellos. El atacante brasileño se dio cuenta que lo estaban asfixiando y buscó desmarcarse por los costados e incluso jugar de escoba, cosa que les pudo haber dado mejores resultados pero no supieron cristalizar y el gol jamás cayó.

Santos estuvo más cerca del gol que Peñarol y todo parece indicar que en la vuelta tendremos el mismo libreto, un Santos buscando espacios contra Peñarol tratando de responder con mortíferos contragolpes.

El duelo de ayer fue en el medio campo, con mucha fricción y poco brillo. Para colmo de males, el Peñarol decidió no salir a reconocer el campo antes del partido y muchos de sus jugadores equivocaron los tacos por lo que pasaron el primer tiempo resbalándose al estilo bambi en el estanque congelado. Esto tampoco fue extraño para muchos de los santistas, pero los utileros del equipo brasileño tuvieron el tino de preparar tacos para cambio y dejarlos listos en la banda en caso de que alguno quisiera hacer el cambio rápidamente.

El arquero uruguayo, Sosa, salvó en más de una ocasión el gol santista, que hubiera puesto la final muy complicada para Peñarol. El partido terminó con un Santos más dominante y con un mejor ataque, pero todo quedó en sustos para su enorme afición. Nada para nadie en la ida y todo en suspenso y por definir  en Brasil.

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