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lunes, 31 de octubre de 2011

Caída libre

Desde su nacimiento, el América fue pensado para polarizar y polemizar. Emilio Azcárraga compró el equipo buscando hacer contrapartida ante la pérdida de popularidad del "clásico" entre Atlante (el equipo del pueblo) y Necaxa (el equipo de los ricos). En los 60's, la generación del "Campeonísimo" de las Chivas dominó el horizonte, batió marcas y estableció una bien ganada reputación para el Rebaño Sagrado. Ya estaba el nuevo equipo del pueblo y el América buscó ser "el millonario", la antítesis de las Chivas que jugaban con puro mexicano. Por lo tanto, el América se reforzaría con lo mejor del mundo y buscaría esa polarización. La estrategia funcionó y hoy por hoy, compite en popularidad con las Chivas aunque, de paso es el equipo más odiado del país, por lo que a donde vaya, tiene que vivir "un clásico".

Reinoso siempre se alimentó de eso y por lo mismo buscó, desde su regreso al nido, cambiar la imagen de equipo frío y calculador que entraba al partido agazapado en busca de un contragolpe implantada por Jesús Ramírez y continuada por Manuel Lapuente. Desde que puso un pie en Coapa, Carlos Reinoso apeló al "americanismo", a las raíces de los 80's (la época dorada del equipo, cuando obtuvieron 4 títulos de Liga y el PRODE), cambiando la estrategia y volviendo al equipo más agresivo.

El cierre prometedor que tuvo el equipo hizo que la directiva se ilusionara a tal grado que encargaron una campaña de mercadeo en la que se buscaba provocar a la afición del equipo contrario con mensajes antes del partido. Lamentablemente, la agresividad planteada por Reinoso fue muy mal cubierta por la defensiva y el América aceptaba muchos goles, perdía partidos torpemente y, por ende, la campaña se convirtió en una burla.

Carlos Reinoso cayó porque el equipo simplemente no funcionó. El América perdía partidos a diestra y siniestra sin importar donde jugara. Al relevo entró otro americanista de cepa, Alfredo Tena, quien desde un principio se dio cuenta de la problemática y dejó en claro que era prioritario poner orden atrás antes de intentar lanzarse desesperadamente al frente. Cuidar la retaguardia y atacar con orden fue la indicación del Capitán Furia. Se cumplió en un principio y muy pronto se vio mejoría en el equipo. Después de un mal inicio, se vieron mejor ante Pumas aunque cayeron 1-0 y luego mostraron cosas buenas ante Monterrey, al que vencieron a domicilio, lo cual hacía soñar con un repunte e incluso, con la clasificación a la Liguilla.

Lamentablemente, ante la presión y las crecientes exigencias ha sido la zona baja la que no ha podido cumplir con lo requerido. Ante Chivas, en un partido muy complicado en el que ambos equipos buscaron anotar de inicio, Navarrete cometió dos errores graves y prácticamente entregó el partido al dejar muy pronto a su equipo con un 3-1 en contra del cual jamás se pudieron levantar.

Ahora ante Puebla, con el partido empatado y con su equipo luchando por obtener la victoria, vuelve a cometer un error grosero que desmoraliza a sus compañeros y encoleriza a la afición que terminó abucheando a su equipo y alabando al visitante. Durante años buscó Navarrete el puesto que ahora tiene y que, simplemente, le queda grande.

Estas dos derrotas consecutivas ponen al América en el 17o lugar de la tabla, a 3 puntos del colero general, el Atlas. Las Águilas están en caída libre y si bien Tena acertó en el diagnóstico, no ha sabido remediarlo: la defensa americanista es sumamente frágil, de papel.

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