José Mourinho es
bien conocido como un gran estratega dentro y fuera del campo. Es un técnico
con gran capacidad de análisis de los partidos pero también sabe mucho de
estratagemas fuera del campo y no duda en aplicarlas para salirse con la suya.
En su momento ha
sentado a grandes figuras del Real Madrid sin importarle su peso en el vestidor
ni con la afición o directiva con tal de salirse con la suya. Tal fue el caso
de Ramos en el pasado y de Casillas en el presente.
Hoy no ha dudado en
lanzar fuego amigo ya que ha incendiado el vestidor con unas declaraciones que
a todas luces apuntan a su salida al finalizar la presente campaña. Mourinho ha
insinuado en rueda de prensa que Casillas busca un entrenador más manejable y
que "Diego López le gusta más como portero" y también ha lanzado un
par de dardos sobre su antes intocable Pepe al decir que "tiene un
problema y se llama Varane" al criticarlo por defender a Casillas.
Antes, Florentino
Pérez había alzado la voz para pedir unidad en el vestuario albo pero esto
importó poco al timonel portugués que parece empeñado en forzar su salida a
toda costa. Las polémicas declaraciones del técnico fueron interpretadas no
sólo como una falta de respeto a la directiva sino también como una agresión a
la plantilla.
Cuando sentó
inicialmente a Casillas fue por una supuesta baja de juego pero cuando este se
lesionó, corrió a solicitar un portero porque Adán no estaba a la altura
requerida y ahora que ya cuenta con Diego López no duda en disparar:
"mientras yo sea el entrenador del Madrid, va a jugar Diego López" y
es que por primera vez en los 3 años que lleva dirigiendo al Madrid ha
criticado abiertamente y con cuestiones técnicas al cancerbero de la Selección
española de futbol ya que ha dicho que López juega mejor con los pies y que
tiene una mejor salida que Casillas.
Como "muestra
de buena fe", declaró que no piensa cobrar los 20 millones de euros que
estipula su contrato en caso de despido y atribuyó a la prensa la "falsa
idea" de que está forzando su salida del Real Madrid aunque
lamentablemente no dio ningún indicio de por qué dinamitar su de por sí ya
pésima relación con el vestidor Merengue al criticar abiertamente a sus
jugadores ante la prensa y desobedecer un exhorto previo de la directiva que
clamaba por unión en un momento crítico ya que están a las puertas de la final
de la Copa del Rey que es el único título que les queda en disputa en el
presente año deportivo.
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