Chile
prolongó la mala racha en finales de Argentina al derrotarla por 4 goles contra
2 en la tanda de penales luego de un tenso y complicado 0-0 en tiempo regular y
tiempo extra. Han sido 3 finales en los últimos años para Argentina pero todas
han culminado en dolorosas derrotas, en el Mundial de Brasil 2014 cayeron ante
Alemania en tiempo extra, en la Copa América de 2015 ante Chile en penales y
ayer en la Copa América Centenario otra vez han vuelto a perder en penales ante
La Roja que se ha convertido en la 4a selección sudamericana en conquistar dos
torneos continentales consecutivos.
Gerardo
Martino envió un muy bien ordenado 4-3-3 al terreno de juego. De inicio,
Mascherano comenzó en la media cancha, como contención, pero conforme fue
avanzando el partido, el Jefecito fue bajando hacia la defensa central.
Juan
Antonio Pizzi, que se había tardado en encontrarle la tecla a Chile y comenzó
su todavía breve andar con La Roja con una racha de derrotas y que fue de menos
a más en esta Copa América Centenario, mandó al terreno de juego un 4-3-3 que
también tenía mucha vocación defensiva, un excelente orden táctico y una enorme
solidaridad para pelear balones e incomodar al rival, fiel al estilo que le ha
dado tan buenos dividendos a esta histórica Selección de Chile. Si Bielsa supo
darle forma a esta generación de grandes jugadores chilenos, Sampaoli se
encargó de hacer los ajustes necesarios para encaramarlos en los primeros
planos y Pizzi ha sabido darle continuidad al trabajo realizado para llevar a
su equipo a conquistar el título nuevamente.
Si bien
ambos equipos utilizan el 4-3-3 como parado, su estrategia es muy distinta.
Para Argentina es vital la labor del medio campo, la contención de Mascherano y
la creación de Messi y Banega eran críticos para generar futbol y alimentar a
Di María e Higuaín que buscaban profundizar. Chile por su parte, prefiere abrir
el campo por los laterales, Beausejour e Isla se incorporan constantemente al
ataque y apoyan a Aránguiz y Vidal para surtir de balones a Alexis, Vargas y
Fuenzalida y a la hora de defender, los chilenos muestran una enorme
solidaridad y todos se sacrifican en la recuperación de la pelota, algo que
resulta desgastante para el equipo contrario y que suele producir una buena
cantidad de oportunidades cuando esta recuperación se da en el campo contrario.
Tanto
Argentina como Chile salieron a presionar al rival para recuperar el balón
rápidamente y esto implicó que el inicio fuera un partido muy trabado, con
duras faltas por ambos bandos y con el árbitro desatado en un festín de
tarjetas, caras y gestos que lo hicieron un protagonista de la gran final.
Gonzalo
Higuaín se encontró con un balón que Medel no supo detener y enfiló para
encarar al portero a quien venció con un tiro suave y bombeado pero para su
mala fortuna, su disparo salió desviado de la portería chilena y se negó a
entrar.
Cuando
corría el 16', Marcelo Díaz fue amonestado por una dura entrada sobre Messi y
el árbitro no dudó en sacar la tarjeta amarilla. Era el comienzo del show del
árbitro que, cuando corría el 29', volvió a amonestar, de forma por demás
rigurosa, a Díaz por cortar un avance de Messi, por lo que Chile tuvo que jugar
a partir de entonces con 10. Mascherano fue amonestado al 37' y al 40' le
siguió Messi luego de que los seleccionados chilenos se abalanzaran sobre el
nazareno cuando este consideró que Messi se había tirado en el área buscando un
penal. Unos minutos antes ya había amonestado a Arturo Vidal, que se la pasó
reclamándole todas las decisiones al central. Cuando corría el 43', Marcos Rojo
cometió otra dura falta y fue expulsado con roja directa por Heber Roberto
Lopes quien así emparejaba a ambos equipos, con 10 jugadores por bando.
Si bien
la presión alta de ambos equipos bajó para la segunda parte, la tensión fue
subiendo y las jugadas fuertes aumentando. Chile seguía buscando recuperar
pronto el esférico pero ahora Argentina prefería esperar en su propio campo.
Martino
mandó a Kranevitter en sustitución de Di María al 57' y Sergio Agüero entró en
sustitución de Higuaín al 70', pero la situación no cambiaba. Por Chile, Pizzi
mandó a Puch al 80' en sustitución de Fuenzalida para darle más velocidad al
contragolpe y refrescar el ataque.
Romero
tuvo que emplearse a fondo para evitar un gol y la respuesta de Argentina
obligó a Claudio Bravo a hacer lo propio para impedir que un cabezazo del Kun
se introdujera en su marco. El partido estaba muy parejo, con más posesión de
Chile pero con igual sensación de peligro.
De nueva
cuenta llegaron los tiempos extra. Pizzi volvió a mandar sangre fresca al 104':
Silva entró por Alexis y al 109' Castillo sustituyó a Vargas mientras que
Martino esperó al 111' para hacer ingresar a Lamela por Banega pero nada fue
suficiente para romper el equilibrio y la igualada permaneció hasta el final,
obligando a ambos equipos a definir al campeón.
Claudio
Bravo y Messi fueron al sorteo y el chileno ganó, por lo que La Roja comenzó
tirando. El honor recayó en Arturo Vidal, un motor del equipo, uno de los
hombres a los que más confianza le tiene Pizzi. Sergio Romero detuvo el disparo
de Vidal y ahora era el turno de Messi. La estrella argentina tenía la mesa
puesta, había jugado un mucho mejor partido que en la final anterior y si
anotaba pondría a la albiceleste en una situación inmejorable para conquistar
el título pero también falló. El disparo de la Pulga se fue a las gradas, muy
por encima de la portería de Bravo.
Castillo
anotó el 0-1 para Chile. Mascherano respondió con el 1-1. Aranguiz puso el 1-2,
Agüero igualó los cartones a 2, Beausejour puso el 2-3 y Biglia mandó un
disparo que fue detenido por Bravo, dejando la mesa puesta para Silva que selló
la victoria chilena con el 2-4.
Chile se
proclama nuevamente campeón de la Copa América e irrumpe junto con los tres
grandes, Uruguay, Argentina y Brasil, como el 4o bicampeón de la justa. La Roja
se confirma como un equipo grande que aspira a lo más alto y levanta la mano en
busca de reconocimiento y gloria.