Sin duda,
la eliminación de Brasil en la fase de grupos es una sorpresa mayúscula pero
aun así, ha quedado eclipsada por la enorme polémica levantada por la actuación
del silbante, Andrés Cunha, originario de Uruguay, quien no se percató que Raúl
Ruidiaz anotó el único gol del partido con la mano. Aunque para ser justos hay
que reconocer que los brasileños jugaron un pésimo partido, al igual que los
peruanos, y que en el pecado, de confiarse y no emplearse a fondo, llevaron la
penitencia y terminaron siendo eliminados al finalizar la fase de grupos en 3er
lugar del Grupo B, con 4 puntos, por debajo de Perú, sorpresivo líder con 7
unidades y Ecuador, segundo lugar con 5. En el fondo finalizó Haití sin puntos,
con un gol a favor y 12 en contra.
En el
partido previo, Ecuador se había despachado a Haití con un contundente 4 goles
contra 0 y había asegurado un boleto. Brasil pasaría con victoria o empate y
Perú necesitaba ganar, pero eso no afectó en lo más mínimo a Ricardo Gareca,
técnico de la selección peruana, quien decidió mandar a su equipo atrás con un
4-2-3-1 que se convertía fácilmente en 6-3-1 al replegarse para esperar los
embates de la selección brasileña que monopolizaba el balón con un 65% de
posesión pero que carecía de profundidad para hacer daño.
Tal era
la falta de profundidad de la canarinha que durante los primeros 20 minutos no
hubo ningún disparo a gol y tal era la obsesión por defender de los peruanos
que tuvieron que transcurrir más de 45 minutos para que mandaran su primer
disparo a la portería defendida por Alisson.
Los
primeros minutos parecían de estudio, el problema fue que ese dichoso estudio
se prolongó demasiado tiempo y ninguno de los dos equipos quería arriesgar ni
intentaba emplearse a fondo para hacer daño sino más bien ambos parecían más
concentrados en evitar algún error para no verse perjudicados. En una actitud
indolente, Brasil fue dejando que transcurra el tiempo sin realmente intentar
penetrar el muy nutrido muro defensivo presentado por los incas. Contrario a su
tradición, Brasil intento con base a fuerza, se olvidó de aquel famoso juego
bonito y la estrategia no le funcionó a Dunga.
Lucas
Lima tomó el control de la media cancha de Brasil y comenzó a lanzar
esporádicas incursiones habilitando sobre todo a Coutinho y Willian quienes
buscaban penetrar la compleja pared peruana e intentaban pasar entre un mar de
piernas que de una u otra forma terminaban rebotando el esférico para que
Brasil intentara de nueva cuenta y la historia se repetía aparentemente sin
final y, sobre todo, sin respuesta de Perú que esperó a la segunda parte para
quitarse un poco el miedo y comenzar a atacar la portería brasileña.
Perú
logró soportar las embestidas de Brasil gracias en gran parte a la poca
imaginación del ataque de los de verde y amarillo y, con el avance del tiempo,
comenzó a perder el miedo y a lanzar largos pelotazos en busca de un solitario
Paolo Guerrero que tenía su propia y desigual guerra ante la recia defensa
brasileña.
Todo
cambió al 74' cuando Andy Polo desbordó por la banda derecha y mandó un centro
a media altura y con bastante fuerza que su compañero, Raúl Ruidiaz, empujó con
la mano derecha al fondo de la portería brasileña. Los peruanos festejaban el
gol mientras los brasileños se abalanzaban sobre el árbitro reclamando la clara
mano y el silbante fue hacia su árbitro asistente para comentar y también se
comunicó con el cuarto árbitro mientras todo quedaba en el aire. Los minutos
transcurrían y el diálogo entre el cuarto árbitro y el árbitro central no
cesaba mientras ambos equipos seguían discutiendo y alegando en su favor pero
luego de una espera que parecía interminable, el colegiado optó por dar por
bueno el gol pese a las airadas protestas de los brasileños y de gran parte del
público que había abarrotado el Gillete Stadium de Boston Massachusetts,
sellando así la eliminación de Brasil de la Copa América Centenario 2016 y
dando un sonoro campanazo en el Grupo B.
Si bien
quedaban 15 minutos y Brasil únicamente había realizado un cambio, la entrada
de Hulk al 73' en sustitución de Gabriel, Dunga no encontró en su banca ni
mucho menos en el terreno de juego a alguien que le pudiera resolver el
jeroglífico planteado por un Perú que simplemente metió el camión atrás para
asegurar su clasificación a los cuartos de final.
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