Sin embargo, algo sucedió en el entre tiempo que hizo cambiar todo. Mientras Tomás Boy inyectó adrenalina pura a sus pupilos, Enrique Meza echó marcha atrás y buscó atrincherar a su equipo, cediendo la iniciativa al rival.
Tomás Boy era un manojo de nervios y vivía intensamente el partido como es su costumbre. Sus gritos eran principalmente a sus pupilos pero también se dio tiempo para lanzar alguna que otra lindura para la defensa azul. Lamentablemente para la Máquina, Fausto Pinto cayó en el garlito y se enganchó, insultando a Boy, cosa que escuchó el 4o árbitro y le comunicó a Erim Ramírez, árbitro principal, quien no dudó en sacarle la roja a Pinto quien primero alegó demencia pero luego acusó a Boy de provocación.
Para desgracia azul, el dominio Monarca y el descontrol por lo sucedido redundaron en gol. Rafael Márquez aprovechó un pase de Sabah para anotar el 1-1 al '78 dejando sin oportunidad a Jesús Corona.
Los Cementeros estaban mal y de malas y la ofensiva moreliana comenzó a asfixiarlos y el mundo se les cayó encima. Tanto fue el cántaro al agua, hasta que Márquez culminó en gol un centro de Lozano para firmar el 2-1 definitivo.
La maldición azul sigue vigente. Meza intentó proteger conservadoramente la ventaja adquirida en la 1a mitad y le cambió la fisonomía a su equipo, de dominador pasó a ser dominado y con la expulsión de Pinto todo se vino abajo. Cruz Azul regresa con la derrota a cuestas pero queda claro que si juega el partido de vuelta como jugó la 1a parte, habrá vida y muchas posibilidades, pero si se amedrenta y juega como en el 2o tiempo, no aspirará a nada.
La maldición azul continúa pero es la Máquina la que puede romperla si se decide a jugar como ya ha mostrado que sabe hacerlo ¿se atreverá Meza? ¿Qué sorpresas le tendrá reservadas el Jefe Boy?
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