La candidatura de Miguel "Piojo" Herrera se materializó de manera muy rápida. Como ha sucedido últimamente, el mismo director técnico se candidateó hace unos días y la nueva directiva azulcrema hizo los movimientos para acercarse y llegar a un acuerdo. El flamante nuevo entrenador azulcrema ha prometido no traicionar su filosofía de futbol ofensivo, lo cual ha de tener feliz al dueño que ha visto como su equipo no solo cae de las liguillas sino también pierde protagonismo y se gana la animadversión incluso de sus propios aficionados.
Según estadísticas de Medio Tiempo, Miguel Herrera ha disputado como técnico 316 partidos de fase regular con Atlante, Monterrey, Veracruz y Tecos. Ha ganado 119, ha empatado 86 y ha perdido 111 para un 47% de rendimiento. Ha participado en 10 liguillas, con Atlante, Monterrey y Tecos, para un total de 30 partidos disputados de los que ha ganado 9, empatado 10 y perdido 11 para un 41% de efectividad.
Como jugador fue temperamental y su carácter le ha acarreado problemas históricamente. Como técnico sigue manteniendo esa pasión y de vez en cuando visita las tribunas. De entrada, el actual presidente deportivo del América, Ricardo Peláez, dejó en claro que esperan disciplina por parte del nuevo técnico.
Si bien Miguel Herrera se ha declarado "con hambre de títulos y comprometido a dar resultados de forma inmediata para el América" e incluso se ha impuesto un plazo de seis meses, la desesperación de la directiva americanista y su propensión a meterse en las decisiones propias del técnico hacen aún más complicada la empresa.
De antemano, tanto la directiva como el nuevo técnico han citado a Ángel Reyna que había sido suspendido y apartado del plantel en el torneo pasado por criticar ante los medios de comunicación a sus propios compañeros. De entrada no sólo no le mantendrán el castigo sino que le darán una "nueva oportunidad", algo que denota la desesperación ante la presión de propios y extraños por los pésimos resultados entregados en los últimos años.
La actitud triunfadora del Piojo y la urgente necesidad del América para conseguir triunfos ha comenzado el peregrinar hacia la siguiente campaña. Miguel Herrera no ha logrado título alguno y quiere ser campeón. El América vive de viejas glorias y no encuentra el rumbo hacia el campeonato. ¿Será la combinación perfecta? O bien ¿Será otra crónica de una muerte anunciada? El momento es crítico para ambos y la exigencia es enorme. No existe margen de error.
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