Es natural que
exista presión sobre el cuerpo arbitral. Lo quieran o no, un error puede
cambiar el rumbo de un partido y la administración de justicia dentro del
terreno de juego siempre ha generado polémica en cualquier deporte y el futbol
soccer no es la excepción.
A un árbitro hay que
exigirle honestidad ante todo. Es la base sobre la que se debe de construir un
juez que se precie de serlo. Adicional a eso, el silbante debe tener un
conocimiento pleno del reglamento de competencia y también debe de tener el
criterio para aplicarlo así como la práctica y el conocimiento para recorrer
adecuadamente la cancha y ubicarse siempre en el mejor ángulo posible dentro de
las trayectorias por las que debe de transitar en un partido de futbol.
Sin embargo y a
pesar de todo, como cualquier ser humano está sujeto a cometer errores. El
tiempo que tiene para juzgar una jugada es mínimo y debe de tomar una decisión
inmediatamente por lo que siempre deberá tener la mayor comunicación posible
con sus asistentes.
A todo esto hay que
añadirle que muchos jugadores buscan engañarlo y fingen faltas o simulan
situaciones y también existen jugadas que, por su velocidad y naturaleza,
pueden ser muy engañosas. Por eso hay que ser prudentes a la hora de juzgar las
determinaciones del árbitro y separar aquellas en las que hay cierto margen de
error de las que son claras fallas u omisiones.
Hay entrenadores que
gustan cargar de presión al árbitro desde antes del partido. Tal fue el caso de
Cardozo quien se curó en salud desde antes de enfrentar al América en
semifinales del Apertura 2013. También hay algunos directores técnicos que
gustan de recargar la culpa de la derrota sobre los errores arbitrales y hacen
un escándalo después de perder un partido. Claro, muchas veces hablan estando
aún "calientes" y simplemente no miden las declaraciones como sucedió
con Miguel Herrera después de la derrota ante León en la final del torneo
anterior.
Cuando se da este
tipo de situaciones, antes y después de los partidos, el ambiente se enrarece y
la presión hacia los árbitros y jueces de línea va en aumento. No faltan los
expertos que de inmediato ponen el grito en el cielo y hablan de crisis en el arbitraje
y todos los ojos comenzarán a buscar errores rápidamente.
Mal hizo la Liga MX
en no intervenir antes, cuando Cardozo y Herrera hablaron en la Liguilla
anterior y esperarse hasta ahora que el Tuca mandó un fuerte y pesado dardo
para hacerlo. Esa intervención a destiempo permitió que la presión fuera en
aumento y fue un mal precedente. Bien hizo Matosas en sus cautas declaraciones.
Con experiencia supo decir lo que pensaba sin caer en lloriqueos y brindó ese
equilibrio que bien debiera ser imitado por otros técnicos para recomponer el
momento.
Si bien la Liga MX
tiene que preocuparse por sanear el momento y frenar las declaraciones
excesivas de los equipos participantes pero tampoco debe de olvidarse de los
silbantes. Al fin y al cabo, el origen del problema está en los errores graves
y sus afectaciones y la mejor forma de desviar la atención de todos hacia el
juego es preciosamente con buenos arbitrajes.
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