No hay duda de que Venezuela presenta un progreso futbolístico formidable. Lejos han quedado los días en los que eran 3 puntos seguros en las eliminatorias sudamericanas y hoy incluso los grandes temen visitarle. Su técnico, César Farías, ha logrado conjuntar un equipo compacto, que corre durante los 90 minutos, que lucha palmo a palmo en todo el terreno y que aprieta con dureza al rival.
Todas esas virtudes hacen de la Vinotinto no sólo un rival incómodo sino también un hueso duro de roer y eso lo sabía perfectamente el Chepo de la Torre desde el momento mismo en el que se publicó el enfrentamiento, pero el Chepo no es de los que se quejan y afrontó el partido con la intensión de obtener el triunfo.
México jugó con un 4-4-2 con Salcido y Dueñas como centrales y Ayala y Jiménez como laterales, dejando la contención de la media cancha en Zavala y Castro y la salida como volantes a Mora y Cortés. En la delantera arrancaron Calderón y Peralta. Venezuela se plantó también con 4 defensas y 4 medios pero en la delantera únicamente dejó una punta, Machis, con Reyes como delantero libre en busca de crear opciones.
La Vinotinto jugó tal y como se esperaba. Presionó con fuerza y en cierto momento con dureza y desestabilizó continuamente a los creativos mexicanos que sufrieron para armar las jugadas y no supieron encontrar su futbol y carecieron de profundidad, pero nadie puede negarles que siempre perseveraron en sus intentos.
Al minuto 51 Edgar Greco puso al frente a Venezuela al aprovechar un error de marcación en un tiro de esquina y tomar mal parado a Corona para anotar de cabeza. Esto resultó un revulsivo en la banca mexicana y el Chepo movió a su gente de inmediato. Si bien habían tenido cierto dominio del partido, no había claridad y ahora ya se encontraban abajo en el marcador.
El empate cayó gracias a que un defensivo venezolano desvió un potente disparo de media distancia de Salcido dejando sin oportunidad al arquero. En la siguiente jugada, Venezuela pudo empatar pero Corona sacó el balón a una mano con un gran lance y el partido comenzó a vivir sus mejores momentos.
Cuando ya corrían los minutos finales, al 88, Marco Fabián aprovechó un magnífico pase filtrado por Aquino para colarse frente al portero e intentar anotar. Para la buena suerte del conjunto tricolor, el rebote le cayó justo a Rafael Márquez, quien no perdonó y anotó el 2-1 que encendió a las bien pobladas tribunas texanas.
Unos instantes más tarde, cuando muchos aún estaban festejando el gol de Márquez, Oribe Peralta dejó patente su gran momento y con una enorme jugada individual anotó un golazo que selló el marcador final 3-1 y puso de fiesta a los aficionados que habían acudido a apoyar al conjunto mexicano.
Un hueso duro de roer. Un rival con mucho orden, que presiona e incomoda hasta al más plantado. Un buen triunfo, bien trabajado, bien buscado y que se obtuvo gracias al buen trabajo de conjunto. No se puede negar que es la mejor forma de comenzar el año.
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