El nacimiento de la
Liga MX es una respuesta a las bajas entradas en los estadios y a la
disminución del interés en el futbol nacional. Decio de María ha sido enfático
en que buscan romper el círculo vicioso y atraer de nuevo a los aficionados
tanto a los estadios como a las transmisiones televisivas abiertas y con costo.
El esfuerzo es
grande y buscan involucrar a equipos de la Primera División Nacional como
también de la Liga de Ascenso. De arranque, el banderazo fue hecho con bombo y
platillo ante representantes de todos los equipos y directivos de toda índole.
Pero el cambio busca
no sólo ser cosmético y también apostaron por un código de ética que, al igual
que sucede con las ligas europeas, controle y encauce el comportamiento de los
jugadores, cuerpo técnico, árbitros y directivos.
La creación del
torneo de Copa busca involucrar a 14 equipos de la nueva Liga MX con 14 de la
Liga de Ascenso en una competencia que hace muchos años no se hacía en el país.
Todo lo anterior es
positivo pero lamentablemente los directivos aún mantienen ciertas inercias que
mantienen a México con un freno, fuera del ámbito mundial y en claro perjuicio
de equipos y jugadores.
La FIFA cedió desde
hace años y haciendo caso a una ordenanza judicial europea dictaminó que los
jugadores que cumplieran su contrato quedarían libres una vez finalizado este,
desapareciendo las lladas fichas que anclaban a los jugadores para toda la vida
con el equipo que los hizo debutar en el profesionalismo.
México, como en
muchas otras ocasiones, ha remado a contracorriente y se negó a obedecer a la
FIFA mediante el llamado pacto de caballeros que no es otra cosa que un acuerdo
entre los directivos nacionales para que sin importar si se termina el contrato
de un jugador, si algún club del país lo quiere contratar, tiene la obligación
de acordar con el antiguo club una cuota y obtener el permiso.
Así las cosas, un
jugador que termina su contrato en México no puede jugar para ningún club sin
el permiso de su anterior equipo, quedando únicamente la opción de jugar en el
extranjero.
La permanencia del
llamado "pacto de caballeros" es un claro indicativo de que en
México, la modernidad no ha llegado del todo por lo menos en lo que respecta al
futbol.
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