Mucho se ha dicho
sobre la llamada Guerra del Futbol que se sostiene en España entre un grupo
formado por 13 clubes inconformes y la Liga de Futbol Profesional (LFP). El
enfrentamiento derivó en un aviso de paro por parte de los clubes rebeldes ante
la impotencia de hacerse escuchar en una Junta de División.
El presidente de la
LFP convocó a una Asamblea en la que además de los clubes de primera división
se incluye a los de segunda ya que en la Junta de División se encontraba en
minoría y en la Asamblea contaba con la mayoría.
La realidad en la
llamada mejor liga del mundo es que Real Madrid y Barcelona han tomado una
enorme distancia con respecto al resto de los clubes y en los 8 últimos torneos
han conquistado todos los títulos de Liga en disputa. La LFP respalda
principalmente los intereses de estos dos equipos y cuenta con el apoyo del
Grupo de los 30 que incluye a la mayoría de los clubes de segunda división, con
lo que cualquier votación en Asamblea está bajo control.
La LFP ha
argumentado que no toma partido en las disputas entre los equipos de primera
división y MEDIAPRO pero al no intervenir en realidad está permitiendo que
MEDIAPRO cause un daño económico a dichos equipos y los obligue a buscar
financiamientos externos que contribuyen en el círculo vicioso del
empobrecimiento.
Esto sin duda ayuda
al Real Madrid y Barcelona que toman cada día más distancia de sus
perseguidores. ¿Qué sucedería si la LFP busca un contrato colectivo para las
transmisiones audiovisuales y garantiza una mejor distribución de los ingresos
en la Liga BBVA?
Si bien la hegemonía
merengue y azulgrana pudiera verse amenazada, la competitividad en la Liga se
vería seriamente incrementada y las ventajas podrían ser muchas. Esta falta de
visión no sólo puede resquebrajar la Liga sino también afectar la competitividad
del futbol español a mediano o largo plazo y lo que hoy parece un beneficio
para el grupo dominante muy bien pudiera convertirse en un maleficio para la
Liga en su contexto.
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