Real Madrid 2-0 Celta

Contrario a su costumbre, Mourinho permitió que los técnicos poblaran el medio campo merengue y controló el balón con Özil, Kaká y Modric en el campo al mismo tiempo ante un atónito Celta de Vigo que por momentos ni las manos metió, quedando como simple espectador. Era otro Madrid, con mucho menos músculo, con mucha menos presión pero con un enorme estilo y un toque del balón que se adueñó del medio campo e hizo innecesario correr en demasía.

El Celta se vio obligado a correr tras el rival, persiguiendo la pelota y concentrando a sus hombres en la retaguardia. Kaká, Özil y Modric se movieron de tal forma que era imprevisible controlarlos. Su clase y su toque se puso de manifiesto y enloqueció a la zaga visitante que simplemente se replegó en su propio campo renunciando a disputarles el balón durante los primeros minutos en los que los Merengues jugaban como orquesta.

Higuaín anotó el 1-0 al minuto 12 con un disparo sin ángulo que desafía a toda lógica pero lamentablemente para el Madrid, el gol asentó de más al equipo que se perdió con tanto toque y pecó de falta de profundidad. Su dominio fue entonces estéril y no se plasmó en el marcador.

El Celta se vio obligado a romper para salir del atolladero y a saltarse filas para atacar, renunciando a su estilo pero se encontró invariablemente con un Madrid bien parado y dueño de la situación.

Para el segundo tiempo, Mourinho sacó a Kaká y en su lugar instaló a Di María con la finalidad de quitar tanta cadencia y meter más verticalidad pero para el caso fue lo mismo, el Madrid mantuvo su dominio pero no lograba generar oportunidades claras de gol ante una bien acomodada defensa que congestionaba los caminos hacia su puerta aunque con cierta ayuda de Cristiano Ronaldo que se empeñó en mandar cualquier clase de disparo hacia todos lados menos a la puerta.

Cuando corría el minuto 68, Cristiano Ronaldo puso el 2-0 definitivo gracias a un penal bien ejecutado, uno de los pocos disparos del portugués que le atinaron a la portería contraria.