Para el Tuca y sus
pupilos era ahora o nunca si querían mantenerse en la pelea por puestos de
Liguilla mientras que Pumas buscaba mantener la racha positiva que los había
metido a puestos de Liguilla y para el público era la oportunidad de disfrutar
un partido que su equipo les debía desde hace mucho.
Tigres salió
buscando el gol desde el primer minuto pero Pumas no se amilanó y no sólo
planto cara en defensa sino que también generó sus opciones en ataque y el
partido si bien tenía cierto dominio neoleonés, arrancó parejo.
Lamentablemente para
Pumas, la mala suerte los desdibujó y el partido que comenzó parejo y bien
disputado terminó en una masacre, una de esas noches para el olvido. El primer
gol fue clave y marcó el derrotero del partido. Un tiro libre desde la izquierda
fue rechazado por la defensa y el balón le cayó a Elías Hernández quien quiso
disparar pero le pegó mal y para su buena suerte, el esférico le quedó a modo a
Juninho quien también disparó a gol pero le salió desviado y la de gajos
terminó estrellándose en la cara de Picolín Palacios y, para mala fortuna de
los capitalinos, entró al rincón de su portería dejando sin oportunidad a su
hermano, Picolín II. Era el 1-0. Muy afortunado para Tigres y desafortunado
para Pumas pero rompía el delicado equilibrio mostrado en el campo hasta ese
momento y abría la caja de pandora para la UNAM ya que casi de inmediato,
cuando corría el minuto 21, Acosta quebró desde la izquierda hacia el centro y
mandó un disparo potente y raso que se coló entre las piernas de Darío Verón y,
posteriormente, de Picolín II para anotar el 2-0.
La moral de los
Pumas se vino abajo y la algarabía pobló las tribunas que multiplicaron el
escándalo. Tigres sintió herida a su presa y no la soltó hasta destriparla por
lo que, muy pronto, volvió a asestare un zarpazo mortal que los tumbó
irremediablemente y marcó el camino del triunfo.
Cuando corría el
minuto 27, Acosta se volvió a llevar al lateral y de nueva cuenta quebró hacia
el centro pero esta vez aprovechó la pésima ubicación del portero para anotar
con un disparo raso pegado a poste que Picolín II debía estar cubriendo. Era el
3-0 que tumbaba ya de espaldas a Pumas ante un enloquecido Volcán que veía como
sus ídolos volvían a la vida y se metían a la pelea por puestos de Liguilla de
nueva cuenta.
Cuando corría el
minuto 60, Picolín II soltó un balón que terminó en los pies de Acosta quien no
desaprovechó la nueva oportunidad para anotar el 4-0 que ponía tintes de
goleada al marcador y Elías Hernández puso cifras definitivas al 82: un
escandaloso 5-0.
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