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miércoles, 22 de febrero de 2012

En el último suspiro

El Inter de Milán fue a Marsella pensando en el empate y estuvo a punto de lograrlo. Al comienzo del partido, el Olympique tomó la manija y buscó hacerse presente en el marcador pero conforme fue avanzando el encuentro, el Inter se ordenó y fue imponiendo su ritmo, nulificando el ataque marsellés pero sin renunciar a hacerles daño.

La sobriedad y efectividad del Inter se impuso en gran parte del juego y el Olympique poco o nada hizo por sí mismo. Sus intentos fueron vanos y por más que se esforzaban y corrían, en el aspecto físico nunca rebasaron a los italianos. El Inter supo ofrecer solidez en la defensa y rápida respuesta para el ataque, poniendo en apuros al Olympique cada vez que lanzaban un contragolpe y se conectaban Forlán, Sneijder, Cambiasso y compañía.

El Olympique se entregó pero por largos ratos sus esfuerzos fueron insuficientes y no lograba crear peligro. El primer tiempo transcurrió sin que los de Marsella lograran algo interesante al ataque. Parecían controlados, sin ideas y sin profundidad.

Pero para el segundo tiempo salió del campo Maicon y de pronto el Inter cambió, perdió su capacidad de respuesta y se atrincheró más atrás, permitiendo que el Olympique tomara confianza e intentara sus ataques con mejor ritmo. Aún así, transcurrían los minutos y no caía el gol pero cuando todo parecía controlado, un soberbio disparo tuvo que ser desviado a tiro de esquina por parte de Julio César y al ejecutarse este, André Ayew metió un sólido testarazo que se convirtió en gol, un gol en el último suspiro del encuentro. Un gol que les da la victoria ante su público que ya había dado por sentado el empate. El partido ya no se reanudó y Rainieri y compañía han cosechado una derrota más que los obliga a buscar rescatar la eliminatoria en su campo.

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