El 15 de abril de
1989, 96 fanáticos del Liverpool fallecieron debido a una avalancha pero en el
informe policíaco se estableció que ellos mismos fueron la causa del desastre y
fueron deliberadamente denigrados por la policía para justificarla.
El actual primer
ministro de Inglaterra, David Cameron, ha pedido públicamente perdón por lo
sucedido y por los fallos de seguridad en todos los niveles y por la negligente
actitud de las autoridades de culpar de cualquier forma a los fanáticos de lo
sucedido para responsabilizarlos de sus propias muertes.
Este reconocimiento
se ha debido al resultado de un estudio llevado a cabo por una comisión
independiente que trabajó durante más de un año en el caso, revisó los informes
de la tragedia y realizó sus propias investigaciones.
Los fanáticos más
radicales del Liverpool, los famosos Hooligans ya habían tenido una lamentable
actuación en Heysel, Bruselas, cuando 39 fanáticos fallecieron en un partido de
futbol entre la Juventus y el Liverpool y para muchos era obvia su culpabilidad
en esta tragedia de Hillsborough incluso antes de comenzar las investigaciones.
Fieles al más puro
estilo británico de aquellos días, las investigaciones se sucedieron
rápidamente y se concluyó que los fanáticos habían sido los causantes de su
propia muerte y que la policía había cometido errores pequeños, como fallos en
el control de los accesos.
La realidad era otra
y es que había un sobrecupo en el estadio y en ese sector del campo, que estaba
delimitado por vallas, se fueron agolpando los seguidores del Liverpool hasta
que se generó una avalancha humana que terminó por aplastar a muchas personas,
causándoles la muerte a 96 de ellas.
La policía buscó
entonces responsabilizar a los muertos, retratando a los aficionados como
"borrachos fuera de control" que burlaron la seguridad y forzaron los
hechos.
David Cameron ha
reconocido que se difundieron "falsedades despreciables" para quitar
responsabilidad a la mala actuación de las autoridades y que incluso muchas de
las víctimas se pudieron salvar en su momento de la tragedia y por negligencia terminaron
falleciendo.
Los habitantes de
Liverpool guardaron dos minutos de silencio y posteriormente repicaron las
campanas de todas sus iglesias en un homenaje póstumo a las víctimas de la
tragedia.
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