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domingo, 25 de marzo de 2012

Contra viento y marea

Muchos daban por muerto al Zaragoza y, de pronto, en las últimas semanas vaya que ha dado signos de vida. Hoy ha sufrido pero ha aprovechado la indolencia de un Atlético apático para vencerle 1-0 con una pena máxima en tiempo de reposición. Una victoria que vale oro en su lucha por no descender.

Al buen toque y verticalidad del Atlético se opuso un Zaragoza terco y testarudo. Durante todo el partido se pudo ver a un Atlético de Madrid sobrado, confiado en finiquitar el encuentro en cualquier momento frente a un equipo muy limitado futbolísticamente pero necio en su afán por mantenerse en la lucha a como dé lugar.

Para sorpresa de todos, Postiga logró meterse al área del Atlético cuando ya corrían minutos agregados por el árbitro y recibió una torpe falta por parte de Godín que el árbitro no dudó en marcar como penal y que convirtió Apoño al minuto 94.

El Atlético parecía amo y señor de la situación y el buen funcionamiento de su aparato defensivo no permitía pensar en lo que terminó siendo el desenlace de este partido, un justo premio para la terquedad de un Zaragoza que, al sentirse perdido y siendo el colero de la Liga, ha dado lo mejor de sí y se ha lanzado con fuerza al ataque ante rivales que lo superan en plantel, causando estragos en estas últimas semanas y cosechando puntos muy importantes para su lucha por no descender.

Zaragoza buscó controlar el balón y fue el que imprimió el ritmo gracias a la complacencia del Atlético que se agazapó en su zona defensiva en busca de un contragolpe que les diera el triunfo y en el pecado llevaron la penitencia.

La estrategia de Simeone pareció ser precisamente esa, dejar que el balón fuera controlado por el Zaragoza y responder con rápidos contragolpes y bien le pudo haber funcionado a la perfección pero en esta ocasión su equipo no fue contundente como en otras tardes y no pudo anotar un gol que les diera el manejo del partido.

El dominio del Zaragoza se tradujo en peligro aunque su falta de capacidad al frente se hizo presente y tampoco podía anotar por lo que todo mundo daba por descontado un empate hasta que sobrevino la jugada del penal en la que la defensiva colchonera bien se pudo ahorrar la falta y, probablemente, no hubiera sucedido nada, pero así es el futbol y en esta ocasión premió al que hizo un mayor esfuerzo y se preocupó más por ofender, castigando la indolencia de un equipo con mucho más empaque pero con menos deseos.

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